lunes, 28 de noviembre de 2011

FOTOGRAFÍAS...

(PÁLPITOS)

He acudido a una exposición fotográfica, como siempre sola, ya que te encontrabas de viaje.
Vagaba entre las obras con la mirada perdida, cuando mis ojos se fijaron en ti…no puedo explicar que fue lo que me cautivo, sólo puedo decir que supe con certeza que ya nada iba a ser igual.


Quizás fueron tus ojos de mirada felina, tu porte masculino, sin resultar guapo era de gran atractivo, parecía emitir una señal inequívoca para todas las mujeres de la sala...
Alguien se empeño en presentarme al autor de las fotos, con desgana me deje guiar por la sala, cual sería mi sorpresa cuando resultó ser el motivo de mi inquietud.
Solicita acudí a tu encuentro aún sabiendo lo que pensaba de ti.

Me interese por tu obra, me entregaste tu tarjeta…salí de forma precipitada de allí.
Esa noche no pude dormir.
Va pasando los días y me despierto en la noche con tu imagen en mi cabeza. Me he descubierto con tu tarjeta entre mis dedos, nerviosa como no recordaba, aferrada al teléfono y ordenando a mis dedos que marcasen aquellos números que nos separaban.
No sé que va a pasar... pero tengo ganas de averiguarlo…

Acudiste a mi encuentro. Percibí en tus ojos, tus ganas de mí y negarme…no entraba en mis planes.

Tus labios susurran en mi oído, me llenas de tu voz…con todo aquello que esperas de mí. Quemaste mi piel con el roce de tus caricias, haciendo fuego en mi espalda. Saboreaste cada recoveco de mi cuerpo…dejé que el tuyo fondeara en mí.
Anclaste tus labios a mi ombligo, y dejé que recorrieras cada rincón de mi vientre haciéndome estremecer de placer. Despertaste lo más profundo de mi ser…
Encallaste entre mis pechos, mientras yo te permití dar rienda suelta a todos tus caprichos…
Me estremecía con cada pálpito, cada susurro…descubrí placer allí donde mi cuerpo jamás había sido explorado…Conquistaste una a una todas mis defensas, para al final caer rendida a tus caricias.
Presa del deseo, abandonada a mi suerte, derramo en ti, todo el elixir de mi secreto. Caigo en el pozo de la lujuria, irremediablemente sin regreso…

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